Nada puede malir sal!

miércoles, 16 de septiembre de 2009

On miércoles, septiembre 16, 2009 by El escritor in
Unos 7 años atrás leí un artículo de una revista de actualidad y tecnología que retrataba la preocupación de diversos interesados e instituciones sobre la cantidad de datos que ellos tenían en su poder. Si bien, tener datos en poder de uno es, en el caso más común, una gran ventaja, para el mundo, esto se estaba convirtiendo en un gran problema, ya que esta información ocupaba Terabytes (1 Tb = 1024 Gb = 1.048.576 Mb!!!) de espacio y se estimaba que en poco tiempo, no tendrían suficiente espacio fijo en donde almacenarlos. Porque, si bien, la tecnología ha avanzado enormemente en el campo del almacenamiento de la información, optimizando cada vez más los medios de almacenamiento; el mundo sigue siendo igual de grande. Asi es que, antes, para guardar 700mb de información, se necesitaba espacio suficiente para almacenar unos 550 diskettes (o sea, ¡una gran habitación!), hace unos 10 años, solo se necesitaba un solo Disco Compacto de unos 2mm de espesor. Hoy por hoy, con solo un pen drive del tamaño de un encendedor es posible almacenar 128 Gigabytes. Se necesitarían unos 188 Discos Compactos y unos 95.000 diskettes.

Pero en el ámbito hogareño, del usuario común, a veces este aspecto espacial no es considerado importante. En mi caso, por ejemplo, tan solo para las copias de seguridad de mis datos tengo una caja en donde voy guardando los DVD que voy creando mes a mes con cientos de bytes de información. Eso sin contar las colecciones de música en CD, las películas en DVD y contando que poseo un set de pen drives destinados a llevar la información a todas partes.
Y no es solo una cuestión de espacio físico. También es una cuestión de dinero. Un DVD cuesta cerca de u$s 0,32 y en él se puede almacenar muchos documentos. Pero ese “muchos” es muy relativo. Por ejemplo, un documento de texto .doc ocupa el doble del espacio de uno .docx (nuevo formato optimizado basado en lenguaje XML de Microsoft Word). Por otro lado, tan solo comprimiendo en formato ZIP (uno de los formatos de compresión menos eficiente del mercado) podremos lograr reducir el tamaño en un 50%. Comprimiendo en formato RAR con gran compresión y creando a su vez, un archivo sólido, lograremos seguramente comprimir un archivo .docx de 100kb a tan solo 25kb. Eso supone que en vez de utilizar 4 DVD (lo cual supondría un costo de unos u$s 1,25) nos bastaría con solo uno. Eso es: ahorro de espacio, tiempo y dinero.

Imaginemos qué sucedería si todos los usuarios de una universidad comprimieran sus archivos, monografías, planillas, páginas web y correos electrónicos en formato ZIP. ¡El resultado sería fenomenal! La universidad gastaría un 75% menos dinero, espacio y tiempo y podría destinar esos recursos a otras áreas. Pero el problema es que el usuario común no se muestra interesado lo suficiente en aspectos de compresión, como para generar una costumbre. Un hábito.
En breve explicaré aquí mismo cómo podemos reducir el tamaño de nuestros archivos, así como un informe sobre las alternativas que tenemos a nuestro alcance, ya que le mercado es basto, y en su gran mayoría, gratuito.